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¿Qué podemos aprender sobre los terrores nocturnos en niños?

Según el manual DSM , los criterios diagnósticos para los terrores nocturnos son los siguientes:

A. Episodios recurrentes de despertares bruscos, que se producen generalmente durante el primer tercio del episodio de sueño mayor y que se inician con un grito de angustia.

B. Aparición durante el episodio de miedo y signos de activación vegetativa de carácter intenso, por ejemplo, taquicardia, taquipnea y sudoración.

C. El individuo muestra una falta relativa de respuesta a los esfuerzos de los demás por tranquilizarle.

D. Existe amnesia del episodio: el individuo no puede describir recuerdo alguno detallado de lo acontecido durante la noche.

E. Estos episodios provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral, o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

F. La alteración no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

¿Como suceden los terrores nocturnos?

Son más comunes durante el primer tercio de la noche, con frecuencia entre medianoche y 2 de la mañana. Los niños a menudo gritan y están muy asustados.

Durante los episodios de terror nocturno es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y comience a gritar, llorar, balbucear o gemir con una expresión facial de terror. Puede mantener los ojos abiertos sin estar realmente despierto y presenta signos de ansiedad con gran activación (taquicardia, hiperventilación, sudoración, tensión muscular etc.).

Es característico que el niño no reaccione a los intentos de los padres de calmarlo, hasta que remite espontáneamente. Al despertarse por la mañana el niño no recuerda nada de lo sucedido.

Los terrores nocturnos no son pesadillas. Los padres no deben asustarse ante un terror nocturno de su hijo, ya que es un proceso normail relacionado con la maduración de su sistema nervioso. Hay que actuar sin forzar al niño a despertarse.

¿En qué se diferencian de las pesadillas?

Los terrores nocturnos y las pesadillas forman parte de las “parasomnias” y se presentan en el desarrollo normal de los niños. Por tanto, primer mensaje de tranquilidad: La mayoría de las veces son normales y desaparecerán con el tiempo.

Una de las diferencias más importantes entre terrores nocturnos y pesadillas es que los primeros son mucho más espectaculares y más angustiosos

A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, en los terrores nocturnos el niño no suele despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de los padres. Si se despierta, se muestra confuso y desorientado, no responde adecuadamente a su entorno y le invade una cierta sensación de temor, con las pesadillas, en cambio, responden más a situaciones de angustia y tensión que el niño ha vivido. El niño es consciente de sus sueños, y es capaz de recordarlos

En los terrores nocturnos los episodios de terror se dan en fase No-REM del sueño, El episodio suele durar de 10 a 20 minutos y luego puede volver a dormirse.

Con frecuencia no se recuerda el episodio cuando se despiertan al día siguiente, y si recuerdan algo suele tratarse de fragmentos aislados y borrosos.

Una pesadilla es un sueño de contenido terrorífico que origina fuertes sentimientos de miedo o angustia. Cuando el niño se despierta tras una pesadilla, permanece en contacto con la realidad y responde adecuadamente al entorno. Al despertarse es habitual que recuerde el contenido del sueño.

Fdo: Psicóloga Cristina Fernández

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